¿Cuánto imaginan que ganan las empresas de televisión que le pagan 268 millones de pesos anuales a los clubes, a través de
La madre de todas las batallas ya se consumó y 102 dirigentes del más amplio espectro del fútbol argentino acaban de dar un paso histórico y revolucionario al rescindir el contrato con las empresas de televisión que tenían los derechos exclusivos de los partidos, alineandose unanimemente con el presidente de
El fútbol, que es parte de la cultura de los argentinos, pasaría, en gran parte, a la televisión pública, en un caso inédito en América. Pero, más allá de las voces discordantes que se escucharán por estas horas y las presiones de todo tipo que se ejercieron, habrá que aclarar, que esto, en principio, no le costará ni un peso al contribuyente, más allá de la inminente intervención del Estado. Es que el fútbol no es precisamente un negocio deficitario...
Porsupuesto que el Estado debe ocuparse de cosas "más urgentes" y para ello debe profundizar en el camino de la redistribución de la riqueza, aunque le corten las rutas. Y porsupuesto que la pobreza es más importante que el fútbol y que cualquier otra cosa. Para el Papa, para
Pero, ahora que ya se rompieron todos los esquemas que regían hasta ahora la dinámica del fútbol argentino, habrá que aclarar un par de cuestiones para que no se use demagogicamente a "la pobreza" también en este caso. Ante todo, el Estado no pagaría un "subsidio" de 500 millones sin retorno, con dinero que podría ser destinado a paliar algún indicativo de pobreza. El Estado, en todo caso, intervendría para invertir una suma facilmente recuperable y superable en el negocio del fútbol, si se tiene en cuenta, se insiste, que el o los privados que están dispuestos a desembolsar casi 300 millones no lo harían sino pudieran recuperar facilmente, por lo menos, el doble. Además, el prode bancado sería otra fuente de ingresos agregada. Otra aclaración: es el fútbol el que fue a buscar al Estado, y no al revés, además porque el fútbol no le encuentra la vuelta al desfasaje por los costos de los operativos de seguridad y a la cuestión impositiva y las empresas televisivas no se lo solucionan.
Por último, ya se escucharon, cuando todavía no es oficial este acuerdo para que haya fútbol para todos,-pero ya con el contrato rescindido con las empresas que manejaban los derechos de televisión-, las voces de los "republicanos puros" que reclaman "seguridad jurídica". No pedían la misma "seguridad jurídica", por ejemplo, cuando Videla o Astiz caminaban por nuestra misma vereda o cuando se entregaba el país, el dinero de nuestros jubilados y las joyas de la abuela con la abuela también, todo a precio vil. En esa rigurosidad habrá que ver quien deshonró primero este vínculo, continuará ahora la batalla legal, y, en cualquier caso, no es un contrato que no cumple el Estado, que llegaría para auxiliar después.
Y. más allá de las intrigas políticas, está claro que nunca habrá que perder de vista el orden de prioridades pero tampoco habrá que hacerse demasiado eco de la falsa demagogia que niegue la importancia del fútbol como bien cultural de los argentinos.
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