miércoles, 25 de junio de 2008

"cambiar el fútbol es más difícil que hacer la revolución"


El escritor Osvaldo Bayer, conocido investigador de las luchas sociales, escribió también el prólogo de la película Fútbol Argentino y en estos párrafos extraídos de un reportaje en Pagina 12 habla sobre Fútbol y Anarquía.

“Los anarquistas que defendían al fútbol tenían una definición muy bien hecha: “El fútbol es el juego socialista. Todos jugando en conjunto para al final llegar al gol, que es el triunfo, que es la revolución”. No es una cosa individualista, se consigue colectivamente, ¿no?. “En el fútbol se aprende a ser solidario”, decían. “No se puede jugar solo; cuando el otro está en mejor posición, hay que pasarle la pelota”. La cosa de formar equipo: nadie sobresalir sino sentirse todos iguales.
Osvaldo Bayer: “El fútbol es el juego socialista. Todos juntos para llegar al triunfo” decían los anarcos”

Martín Palermo

A continuación publicamos un artículo del periodista marplatense Vito Hugo Amalfitano, uno de los maestros en esta profesión, con el cual quien escribe tuvo la suerte de trabajar en los años que vivió en la ciudad balbearia. Amalfitano editó el libro "Pelta Cibernética", una novela sobre los Mundiales de fútbol, además es docente y director de deportes del Diario La Capital. También va este homenaje a quien predica, con su forma de trabajar, los valores de este hermoso oficio, "el mejor del mundo" dijo García Marquez.
Elegimos este párrafo que Vito Amalfitano esribió cuando Martín Palermo había llegado a los 180 goles en Boca y le faltaban muchos para alcanzar a Francisco "Pancho" Varallo (194)

Goleador histórico

por Vito Amalfitano

Los números son números. Incontrastables, altivos, lapidarios. No se doblan. Pero sí se pueden doblar y analizar las interpretaciones sobre esos números, o sobre los tópicos a los que se refieren.

En este caso tan mentado, el de Martín Palermo, los números son contundentes. Y las dos o más estadísticas en danza son respetables en sí mismas, por esa misma fuerza de los números, pese a que quizá son demasiado terminantes quienes las esgrimen, seguros e incondicionales cada uno en su posición.

Lo claro y concreto es que Martín Palermo llegó a 180 goles, una marca de por sí impresionante, para meterse entre los quince goleadores del fútbol moderno argentino.

Francisco "Pancho" Varallo, otro artillero espectacular de la historia de Boca y de Argentina, tiene también 180, o 194 si se cuentan sus tantos en las copas Competencia o Beccar Varela, o Adrián Escobar, por ejemplo, que una de las estadísticas en danza pretenden equiparar a las Libertadores o Sudamericanas de Palermo.

Y tienen razón quienes dicen que esas copas, las Beccar Varela y las Competencia, figuran como oficiales en AFA, y sus goles se anotan, aunque también tienen razón los que argumentan que los ganadores de esos títulos no figuran en ningún lado, ni siquiera en AFA. La Copa Competencia, por ejemplo, se jugaba entre equipos de Buenos Aires y Rosario y en una oportunidad la ganó Central Córdoba, que no figura como campeón en AFA en ningún lado.

Por otro lado, ni Varallo tiene la culpa de que en su época no se jugarán las copas internacionales avaladas por la FIFA de este tiempo, ni Palermo tiene la culpa de que ahora se disputen más partidos o más competencias que antes.

De una forma u otra Palermo es goleador histórico y alcanzó a Varallo hoy, o lo alcanzará muy pronto, cuando arribe a los 194. Y cualquiera de las dos posturas y estadísticas son válidas y respetables. Cada una encierra una verdad. Palermo igualó a Varallo si solo las copas internacionales son equiparables a los torneos locales de Liga. Varallo le lleva 14 si esas copas "menores", Beccar Varela y Competencia, por ejemplo, son a su vez equiparables a las internacionales y a las ligas locales, aun si todos sus campeones no tuvieran un cuadrito en la vidriera de la AFA.

Estadística tan válida, respetable y contundente como la que dice que Roberto Cherro es el gran goleador histórico de Boca, con 218 tantos, y que Domingo Tarasconi suma 198, porque se debería sumar el amateurismo, tiempo en el que se jugaba también con una pelota, 22 jugadores, cada uno de dos piernas y dos ojos.

Y ahí, si entra a tallar esa estadística, todo se debería cuestionar, también el actual cuadro de campeones del fútbol argentino, y ya River no sería el más campeón de torneos locales, por ejemplo.

No dejaría de ser lógico sumar todo. Acaso cuando se decrete el profesionalismo en el rugby argentino, ¿se borrarán de la estadística todos los títulos conseguidos por el CASI y el SIC en el amateurismo?

Y, aparte, ni siquiera esa marca de Cherro, la de 218 goles, a esta altura, aparece como imposible para el propio Palermo. Mucho menos la de Tarasconi (198).

Los números no mienten. Tampoco cuando hay varias verdades para enumerar, y no una sola y concluyente.

De cualquier forma Martín Palermo arribó ayer, si es que ya no lo había hecho, al Hall de la Fama de la historia grande del fútbol argentino, como goleador histórico de Boca. Justo a pocos días de haber sido elegido, por una encuesta oficial de la FIFA, como el mejor cabeceador del mundo. No había internet en tiempos de Cherro, Tarasconi y Varallo. Tampoco de eso tiene la culpa Palermo, un jugador tan impresionante como no valorado aun en la forma debida con respecto a sus logros y capacidades.

Canchas uruguayas

Los nombres de las canchas uruguayas

El amigo Eduardo Montanari es un investigador y cazador de toda manifestación cultural latinoamericana, permanee en esta tarea hace muchos años, inclusive ha viajado a lugares de manera especial para dialogar con la gente y palpar en vivo sus formas de vivir. El "Toto", como se lo conoce, es un ferviente admirador de los artistas y las costumbre de Uruguay, es por eso que aqí queremos dejar un comentario que él noshizo llegar sobre los nombres de las canchas de ese país.

La costumbre en el fútbol profesional uruguayo es bautizar los estadios en homenaje a dirigentes o futbolistas, aunque algunos llevan el nombre del propio club o de la zona donde está Enclavado el campo de juego. Una excepción es el escenario más notorio: el “Estadio Centenario” debe su denominación (e indirectamente su propia construcción) a los festejos del centenario de la primera Constitución Nacional.
“Alfredo Víctor Viera” fue uno de los fundadores de Wanderers, su primer capitán y luego dirigente y presidente, además de principal impulsor de las gestiones ante la Intendencia de Montevideo para obtener el predio del Prado donde se encuentra el estadio que hoy lleva su nombre.
“Luis Franzini” fue presidente de Defensor durante años y sus dos hijos también ocuparon el cargo. “Osvaldo Roberto” fue uno de los pioneros de Racing. “Abraham Paladino” fue un peluquero y pulpero en el camino a La Teja de los tiempos de la fundación de Progreso, que luego le dio nombre a su cancha.
El “Parque Méndez Piana” debe su nombre a uno de los pioneros de Misiones, dueño del campo de juego que aportó a la fusión con Miramar.
“Carlos Ángel Fossa”, dirigente y presidente de Sud América, recibió en vida el homenaje del bautismo de la cancha con su nombre, antes conocida como El Fortín. Lo mismo ocurrió con “Luis Tróccoli”, quien desde la presidencia de Cerro impulsó la construcción del estadio, el más grande del país propiedad de un club.
Peñarol denominó “José Pedro Damiani” a su campo de Las Acacias, ampliado bajo su mandato, y El Tanque le puso “Víctor Della Valle” -uno de los fundadores de este club- al suyo.
El homenaje a ex jugadores está presente en el “Parque José Nasazzi”, que recuerda al legendario capitán de Bella Vista y las selecciones nacionales, y el “Parque Federico Saroldi”, reconocimiento a un arquero de River Plate que sufrió una herida mortal durante un partido en 1932.
El “Estadio Palermo” fue bautizado así por el barrio que acunó a su dueño, Central Español, si bien está ubicado lejos de allí. El “Parque Capurro” de Fénix está, precisamente, junto a ese paseo.
Y el estadio de Danubio se llama “Jardines del Hipódromo” y está en la intersección de las calles Acrópolis y Carlos Neri en el mencionado barrio.
“El Belvedere”, la cancha de Liverpool, es una cancha conocida con ese nombre desde principios del siglo XX, utilizada originalmente por Wanderers.
Llevan el nombre del club dos campos relativamente nuevos, el “Complejo Rentistas” y el “Parque Huracán Buceo”, aunque a éste muchos le llaman "la Cantera de los presos" por la explotación allí ubicada anteriormente.
Rampla Juniors rebautizó “Estadio Olímpico” a su viejo “Parque Nelson” cuando estableció un acuerdo con la compañía armadora griega Tsakos, a comienzos de los '80. Frente al puerto, la cancha era un homenaje al héroe naval inglés.
“Parque Central” se llamaba la zona de la avenida 8 de Octubre incluso antes de que Nacional instalara allí su cancha. Era un espacio previsto a fines del siglo XIX para que
Montevideo tuviera su "Gran Parque Central", finalmente ubicado un poco más al sur, el actual Parque Batlle.
El “Estadio Charrúa” debe su nombre a una encuesta realizada por el diario "La Mañana" entre sus lectores, cuando aún estaba en construcción en 1984. La Intendencia de Montevideo, responsable de la obra, aceptó el criterio que se impuso en el sondeo.
Basáñez llamó “La Bombonera” a su cancha porque, al igual que el estadio de Boca Juniors, parece una caja de chocolates, aunque en tamaño mucho menor al del escenario porteño.
En el Interior, los estadios de los clubes que juegan en el profesionalismo de la Asociación Uruguaya de Fútbol reciben sus nombres de ex intendentes locales (salvo el “José Artigas” de Paysandú y el “Parque Artigas” de Las Piedras).
El de Tacuarembó se rebautizó “Ingeniero Raúl Goyenola” por el intendente responsable de la obra, en otro homenaje en vida; el de Rocha, recuerda al doctor “Mario Sobrero” y el de Rivera a “Atilio Paiva Olivera”, jerarca comunal asesinado en una disputa política.

"...son felices hija"

La Historia que se cuenta es un hecho real que sucedió un 22 de Junio de 1986.

“…son felices hija”

Por Diego Castaño

El perro del vecino lo despertó, hizo un rato de fiaca, apagó la radio con la que se durmió, y se levantó muy temprano, en una mañana de mucho frío. Así se despertó esa mañana Juan mientras todos apolillaban, caminó en soquetes hasta el comedor y lo primero que hizo fue colocar en la pared, arriba del televisor, una camiseta de la selección argentina que su hijo tenía en el ropero. Luego fue al baño, el dentífrico se desparramó al untar el cepillo, y para colmo el foco se quemó cuando intentó prender la luz. Lo que pasa que los nervios hicieron que pulse más de una vez la perilla y así la lamparita prendió, apagó, prendió y se quemó.

No era un día cualquiera, estaba nervioso y la ansiedad lo volvía insoportable. En la cocina divisó desde la ventana los rastros de la helada, de esa mañana de junio que castigaron el césped del terreno. Puso agua en la pava y preparó unos buenos amargos, que junto a un resto de torta que estaba sobre la heladera, ayudaron a calmarle el frío. Sobre el armario la “Noblex Carina” despedía la voz de José María Muñoz desde México, “hoy Argentina tiene revancha ante Inglaterra y esta tarde podremos demostrarle que somos mejores que ellos, en México, muy lejos de nuestra tierra, la selección argentina de fútbol enfrenta a Inglaterra por los cuartos de final del la Copa del Mundo de 1986”, decía Muñoz esa mañana por Radio Rivadavia desde el mismísimo estadio Azteca.

Juan y todos, aunque pese pensaron en el partido de fútbol, pero al instante se le cruzaron los hechos de la guerra de Malvinas, los pibes con hambre, el afano en las donaciones, Galtieri pidiéndole a los ingleses que vengan, como si fuera un juego, y todo se mezcló. Ante tamaño acontecimiento, tan cercano en el tiempo y doloroso para ambas naciones, las sensaciones eran raras y era casi lógico que todo se mezclara.

Carmen, su esposa, quien se había despertado cuando lo escuchó protestar en el baño, se levantó, levantó la cortina de la pieza de sus hijos y despertó a Martín, que estaba con la camiseta argentina toda transpirada. La ansiedad no lo dejó dormir bien se levantó, bajó el rosario que colgaba junto al póster de Maradona y lo llevó hasta la pared donde el padre había colgado su camiseta, lo besó y lo acomodó colgado de un clavo, sin ver a su padre que lo observaba. Fue al baño y luego buscó a Juan. Tomaron mates, hablaron de lo que harían a la mañana para tener todo preparado a la hora del partido y además le recordó de la tarea de la escuela, porque si ganaba Argentina el festejo se prolongaría hasta tarde.

Martín comenzó el operativo. Buscó los cassettes con los que grabaría el partido, se abrigó bien y en el patio llamó a los gritos a “Fede” y “Cuchi”, sus primos con quienes prepararon una bolsa de papelitos, mientras Juan y Carmen mateaban y despertaban a Elisa, la hermana de Martín.

Todos hablaban del partido, el teléfono sonó un par de veces y Juan dialogó con amigos intercambiando ideas del partido, las mujeres en la panadería hablaban, como si supieran, del planteo de Bilardo, en la calle un camión con auto parlantes pasaba los goles de la selección y una voz muy eufórica alentaba como si el partido se jugase en el pueblo.

Los minutos eran eternos, Carmen comenzó a preparar el almuerzo y el histórico partido empezaba a vivirse...

Mientras el olor a salsa inundaba el comedor, padre e hijo no se despegaban de la radio. –“A estos ingleses les tenemos que ganar fácil”, dijo Martín. –“Para un cachito, mira que ellos son fuertes y ningunos tontos”, le contestó Juan, analizando la situación objetivamente.

Con los ravioles servidos, Elisa trataba de imponer cualquier otro tema, pero era imposible, hasta Carmen decía que Maradona hoy hacía un gol. Se comió poco, siempre antes de un partido importante se come poco. Los minutos pasaban y los nervios aumentaban, la bandera argentina cubría el televisor, la radio repetía a cada instante el... –“Vamos, vamos argentina, vamos, vamos a ganar”-.

Los lugares en rededor de la mesa ya estaban elegidos, Carmen, mientras terminaba de barrer le replicó a Juan: –“Vos dejate de joder de sufrir tanto que te vas a enfermar por el fútbol”- Es que Juan vive los partidos con mucho fanatismo y hacía un año justo, cuando la selección clasificó sobre la hora al empatar con Perú con el gol de Gareca, que se había pegado un susto grande. Ese día, en ese gol se levantó con silla y todo y casi se desvaneció al gritar el gol con tanta fuerza.

A una hora para comenzar el partido, los vecinos se juntaban y daban su opinión de quien es el que debe marcar a este y porque no puso al otro. Para ese entonces Carlos Bilardo quien aguantó todas las criticas, hasta las más brutales, ya había logrado torcer la discusión y todos se subían al carro. Martín se había peleado en el colegio con casi todos sus compañeros al no comprender, que más allá de los gustos, se quiera ver perder a la selección y eso agigantó aún más su pasión.

El dial de la “Noblex Carina” corría de derecha a izquierda como un limpiaparabrisas: Radio Argentina con Victor Hugo Morales y, de vez en cuando, se cambiaba a Rivadavia para escuchar algún dato que tiraba Muñoz. A diez minutos del inicio Carmen intentaba planchar, pero quedó en el intento, porque, Martín no soportaba ya un ruido, Juan estaba sentado con el respaldo de la silla hacia delante y Elisa lejos, pero atenta.

El partido comenzó y un silencio sepulcral invadió el ambiente.

El trámite del partido favorecía a Argentina, pero no se concretaba el gol, los pulsos del corazón se aceleraban cada vez más. El primer tiempo terminó 0 a 0. En el entretiempo se aprovechó para hacer mate, ir al baño, se cambió de lugar por cábala y se maldijo un poco a alguien.

Si Juan, Carmen, Elisa, Martín o cada habitante de la República en cualquier rincón donde estuviera, podrían haber sabido lo que vendría, ¿qué hubieran hecho?, ¿se lo preguntó alguna vez?, ¿Cómo habrían actuado si hubieran sabido que estarían por observar la participación de Dios en un partido de fútbol?

Cinco minutos del segundo tiempo, Maradona encaró desde tres cuartos por derecha, eludió un hombre y tocó hacia el medio en busca de una pared mientras se introdujo en el área, el rechazo es un pase perfecto, pero él nunca le podía ganar al arquero. La pelota cayó lentamente cuando y el “diez” con rapidez, agilidad, levantó su puño y empujó la pelota al gol con la “Mano de Dios”. Sí, gol, gol, gol argentino y esta vez contra Inglaterra y con la mano vale igual. Juan gritó fuerte y su mujer lo acompañó con un –“viste que te dije Maradona iba a hacer un gol”-, Martín se arrodilló frente al televisor y se besó la camiseta argentina, Elisa rió sin parar y los vecinos gritaron en la calle como locos.

Pero Dios estaba en la cancha y seis minutos más tarde acompañaría a Maradona en su mejor obra de arte que dejaría impávidos a todos. Convertiría el mejor gol de todos los tiempos y ante Inglaterra.

El “negro” Enrique le dio el balón cerca del límite central, sobre el sector derecho, Maradona recibió, pisó y giró para dejar en el camino a dos ingleses, acarició la pelota unos metros adelante mientras su cuerpo se balanceaba como un artista, luego enganchó hacia adentro e ingresó al área por derecha, con dos ingleses que lo seguían como a una presa. Sólo frente al arquero y al Olimpo, amagó y lo eludió por la derecha para tocar a la gloria infinita, al éxtasis total,

Era el dos a cero, pero el partido se podía haber terminado, era todo, la sensación indescriptible de emoción. Juan abrazó a Carmen y dieron una vuelta a la mesa, en una imagen que sólo la pasión del fútbol puede despertar, Martín se trepó las paredes del patio para gritar el gol con sus vecinos y hasta Elisa se acercó y en silencio observó la situación...

Volver, no fue fácil, aflojarse de tamaña situación tampoco, el partido seguió y faltaba mucho. A nueve del final descontó Inglaterra y a poco del epílogo, el vasco Olarticoechea salvó en la línea, después llegó el final con alegría y festejo.

A Juan, que quedó sentado mirando hacia el piso se le cayeron algunas lágrimas, Martín estaba en la calle. Fue una risa ver a Enrique, un viejo amargo y renegado saltando como un chico, Alicia, la de la despensa abrió las persianas para que se viera el enorme retrato de Maradona que le había hecho su tío. Todos salieron a festejar a abrazarse, a gritar, a ser un poco más felices...

La vuelta a casa fue tarde, Juan y Martín se fueron a acostar con la radio bajo la almohada, afónicos y con las camisetas de la selección puestas.

Elisa, que se quedó mirando el gol de Maradona una y otra vez, le preguntó a su mamá, mientras ayudaba con la limpieza de la cocina –el porqué de tanta locura de su papá y su hermano, y Carmen le contestó con una caricia en la mejilla – “dejalos hija, dejalos que son son felices…”.

martes, 24 de junio de 2008

Literatura de la pelota

A Roberto Jorge Santero….

Por Isalga

El otro día les contaba desde mi espacio “Animate” que, sin ninguna duda, el que lleva la cinta y se lleva la mayor ovación cuando lo nombra la voz del estadio es el negro Fontanarrosa. A pesar de esto hay innumerables “jugadores” que con su sacrificio y tenacidad también se merecen un lugar en nuestra memoria, recordando además que siempre estamos a tiempo de leerlos…
Es el caso de Roberto Jorge Santoro que fue el pionero en recopilar textos literarios relacionados con el fútbol. De ojos bien abiertos y oídos muy atentos a las pulsaciones y necesidades de su gente, Santoro descubrió en el fútbol el centro emocional de la ciudad.
Realizó durante años una enorme tarea de búsqueda y selección, recorriendo librerías, bibliotecas y hemerotecas, revisando archivos, entintando sus dedos entre diarios y revistas. Asistente incondicional de las tribunas tomó nota también de los cantos de las hinchadas, para dejar testimonio de la creatividad popular.
Decidió desentenderse de las grandes editoriales y editó Literatura de la pelota con sello propio (Editorial Papeles de Buenos Aires) en 1971, con la conciencia de ser el primero en presentar un trabajo de estas características, y con la esperanza de que esta antalogía futbolera sea el puntapié inicial de futuras antologías. Santoro abrió un juego que no lo dejaron terminar, fue secuestrado por las Fuerzas Armadas en 1977 y continúa desaparecido desde entonces.
Alejandro Apo dice que Literatura de la pelota es la obra que lo inspiró para hacer su programa de radio “Con afecto” y su espectáculo “Y el fútbol contó un cuento” con el que recorre la Aregentina

domingo, 22 de junio de 2008

Esos ojos Negros

A 30 años del Mundial de 1978

Esos ojos negros

Por Dimaca

El fútbol para los argentinos es casi una religión, y cuando, después de brindarle tanto a este deporte a lo largo de su historia, se alcanzó la gloria, la gente enfervorizó y festejó como nunca antes una victoria deportiva. La tarde fría y gris de l 25 de junio de 1978, la selección de fútbol se consagró campeona del Mundo. El contexto político desempeño rol importante y la dictadura que gobernaba al país armó y diseñó el Torneo que finalizó por cumplir con los objetivos fijados, borrar la memoria colectiva.
Argentinos y holandeses se enfrentaron en el partido final en cancha de River Plate, ante 75 mil hinchas y bajo el arbitraje del italiano Sergio Gonella. Los locales alistaron a Fillol; Olguín, Galván, Passarella y tarantini; en el medio ardiles, gallego y Kempes y arriba Bertoni, Luque y Ortiz. El hombre que se puso al hombro al equipo durante todo el campeonato, Mario Alberto Kempes, abrió el marcador con un gol a los 37’ del primer tiempo. Los holandeses empataron con un cabezazo de Nanninga, quien había ingresado hacía poco y logró la igualdad a 8’del final del partido, para poner justicia en el marcador ya que los visitantes fueron superiores en el segundo tiempo. El estadio enmudeció cerca del final cuando el palo jugó para Argentina, tras una jugada de Resembrink. Sobre el final del primer tiempo suplementario, a los 14’otra vez Mario Kempes marcó el gol que daba la victoria a la Argentina y lo convertiría en el goleador del Torneo. En el complemento del alargue, a los diez, Bertoni consiguió el 3 a 1 justo y definitivo. En la cancha las tribunas estaban repletas, el general Videla, pulgar en alto, junto a Massera y Lacoste, sonrientes se mostraban como los artífices del triunfo, mientras le entregaban la Copa al capitán Daniel Passarella. En las calles brotaba gente por todas partes para gritar a los cuatro vientos ¡Argentina Campeón del Mundo!. Era un homenaje al país futbolero, a esta tierra que tanto talento desparramó por el mundo a lo largo de su historia y que nunca antes había podido tocar el cielo con las manos.
Fue el justo ganador en un Torneo que no tuvo a ningún seleccionado que marcara una diferencia sobre el resto, el equipo no tuvo una gran jerarquía futbolística, pero tuvo una firme convicción de lo que quería lograr y se entregó, acompañada por el público en todo momento, tras el objetivo de ganar la copa.
El repaso a la historia siempre es bueno y este Mundial merece repasar algunas características que se dieron a lo largo de su desarrollo.
El partido con Perú en la cancha de Central, en Rosario llenó de dudas hasta los bien pensados, se necesitaba ganar por cuatro goles de diferencia y se consiguió la victoria por 6 a 0, pero las dudas vinieron de periodistas extranjeros que hablaron con futbolistas peruanos donde les abrían sugerido el arreglo del cotejo. “El partido con Perú estuvo manchado y tuvo que ver Lacoste, la revista El Gráfico y el capitán de la selección peruana”, declaró el reconocido periodista Carlos Juvenal, en una conferencia de prensa desarrollada en el Salón General San martín de esta ciudad en 1997.
César Luis Menotti fue el técnico y armó el equipo con jugadores consagrados y otros que explotaron durante el Mundial y así conformó a casi todos los hinchas. Antes de su paso por el seleccionado, éste no tenía la importancia que después alcanzó, él le dio prioridad por encima de los clubes y así jerarquizó al fútbol argentino.
Las cosas en el país no funcionaban bien y la consagración del equipo cegó la visión de muchos. Los militares idearon el Torneo para que la gente se tome la píldora que terminó por borrar la memoria de muchos. “...esos ojos negros que miraban como se ganaba en el Mundial estaban tejiendo en sus retinas una historia prohibida”, dice la letra de una de las canciones de León Gieco.
Hubo muchos millones de dólares gastados para que el mundo viera la sonrisa de un país feliz bajo el mando militar. El almirante Carlos Alberto Lacoste, hombre fuerte del Mundial manejó cifras millonarias sin ningún control y luego fue nombrado vicepresidente de FIFA ( Federación Internacional de Fútbol Asociados). En 1982 Roberto Aleman, entonces secretario de Estado dijo al diario La Nación “ante cada cifra me caía de espalda, pero estaba todo consumado”. El presidente de la FIFA, Joao Havelange, declaró “por fin el mundo entero puede ver la verdadera imagen de la Argentina”. Los Estados Unidos, a través de Henry kissinger “este país tiene un gran futuro a todo nivel”. Fue una operación planeada para seguir destruyendo al país y a muchos de sus habitantes y el fútbol era la mejor pantalla para tal ocasión. Los altos jefes usaron la pelota como bandera, “veinticinco millones de argentinos jugaremos el mundial, mundial la justa deportiva sin igual”, rezaba el himno. A lo largo de la historia, generales y políticos usaron las victorias deportivas como propagandas de sus gobiernos. “El fútbol es el pueblo, el poder es el fútbol, yo soy el pueblo”, era el lema de la dictadura militar.
Lo cierto es que hubo un mundial de fútbol y Argentina lo ganó. Se logró un triunfo histórico que lo colocó en el lugar que merecía en el ámbito futbolístico. El 25 de junio de 1978 el fútbol hizo que el país gritara al mundo ¡Argentina Campeón!, aunque el paso del tiempo, el recuerdo haga que aquellos “ojos negros” se animen a abrirlos de a poco, para poder comprender la verdadera historia.

Material de Investigación:Archivo DeporTEA y Biblioteca “Dante Panzeri” Club Quilmes (Mar del Plata)

sábado, 21 de junio de 2008

Dante Panzeri, a 30 años

Dante Panzeri fue uno de los periodistas que hizo escuela por su forma de escribir y de sentir el periodismo es por esto que elegimos su caricatura, para esta portada, como un homenaje a él.
Dante Panzeri murió hace 30 años, el 14 de abril de 1978, a días del inicio del Mundial ‘78, había nacido un 5 de noviembre de 1921
Algunos periodistas de trayectoria formados en aquellos años 60´ ó 70´ citan siempre a Panzeri. Constantemente en algún trabajo, orden o alguna tarea periodística a realizar, siempre se mencionan los valores que a este oficio le imprimió Dante Panzeri. La influencia que tuvo este periodista fue contundente, hizo y hace escuela. Es por esto que en estos tiempos de ligeros comentarios, es bueno reparar en la pausa, la claridad, la entrega, las ideas, el compromiso y la contundencia en los conceptos, que tenía Dante Panzeri

Dice Diego Bonadeo: "La impronta diferenciadora fue Dante Panzeri, por entonces limitado a escribir sobre natación y ciclismo. El Dante fue, además de periodista, un “despertador de lectores”. Quien buscara periodismo pasatista estaba fregado. No era posible “mirar” lo que escribía Panzeri. Había que “leer”.

“A Panzeri había que escucharlo, pero también mirarlo. La potencia de su imagen física era reflejo de su vigor mental. Golpeaba las teclas de la Olivetti con rapidez, en ráfagas; uno podía sentir que las ideas se le agolpaban como si fuesen miles de hinchas pujando por abandonar un estadio. Sus puertas mentales era anchas y generosas, pero sus ideas, reclamos, malestares, críticas, elogios, cuestionamientos políticos y sociales, el país, su gente, el fútbol, lo atoraban. Entonces, sus dedos producían huracanes sobre el teclado. Quería decirlo todo, ya, sin tapujos. Y además cabeceaba, leía, releía, tachaba, se daba la razón, se contradecía, chupaba el cigarrillo como para darle ganas de fumar al mundo entero”. (Periodista Carlos Ferreira. Director DeporTEA Buenos Aires))

"Tenía la energía de una hoguera. Frente al frío de estos tiempos recomiendo acercársele, porque Dante Panzeri sigue encendido",


A él su homenaje y el estímulo y ejemplo para los que siguen intentando crecer con este maravilloso oficio que es el de ser peiodista

jueves, 19 de junio de 2008

Uruguayos!!

La celeste!!

Este fragmento de nota, aparecida en Página 12, pertenece al notable escritor uruguayo Eduardo Galeano y encierra algo más del sentimiento y simpatía que tenemos por el querido pueblo oriental. Sus periodistas, su gente, su historia, sus músicos, sus escritores hacen de esa porción de tierra americana un encantador país.

“Los uruguayos, pueblo futbolizado, creemos que la patria se acabó en Maracaná. En el fondo, sospecho, el problema está en que todavía creemos en esta gran mentira impuesta como verdad universal, esta infame ley de nuestro tiempo que nos obliga a ganar para demostrar que tenemos el derecho de existir. Pero nuestra mayor victoria en el Mundial de 1950 ocurrió después del partido que nos coronó en Maracaná. Nuestro triunfo más alto encarnó en el gesto de Obdulio Varela, el capitán celeste, el caudillo del equipo. Al fin del partido, él huyó del hotel y del festejo. Y se fue a caminar y pasó la noche bebiendo en los bares de Río, callado la boca, de bar en bar, abrazado a los vencidos”.


El auténtico

Ricardo Lorenzo, el auténtico Borocotó
Ricardo Lorenzo Borocotó se destacó entre las décadas del ’30 y el ’60 como periodista, escritor y guionista cinematográfico. Dicen que ese seudónimo, «Borocotó», que se transformó más tarde en una marca registrada del periodismo, surgió del golpeteo de los tamboriles. No hay que olvidar que «Borocotó», el auténtico, había nacido en Uruguay y cuando se radicó en Buenos Aires trajo consigo el ritmo melancólico del carnaval montevideano.

«Borocotó», el auténtico, emocionaba con sus notas. Transformaba en héroes a solitarios ciclistas que en medio de caminos de tierra pedaleaban con rumbo a una meta que quién sabe si existía. También fue un maestro de las crónicas costumbristas en las que pintaba el alma del potrero. Hablando de fútbol, «Borocotó», el auténtico, se dio el gusto de bautizar como «La Máquina» al glorioso River Plate de los ’40. Ese que tenía en el ataque nada menos que a Muñoz, Moreno, Labruna, Pedernera y Loustau, que se cansó de ganar campeonatos. Esos relatos apasionados llegaron al cine. Algunos de sus libros fueron adaptados pero también él se encargó de ser guionista de varios éxitos como «Pelota de Trapo».

Sacachispa

Su romanticismo lo llevó a fundar, el 17 de octubre de 1948, al club de sus amores: Sacachispas. El nombre de la institución lo sacó del apodo que tenía un ciclista amigo, mientras que el color que eligió para la camiseta, el lila, fue tomado de una flor silvestre que crecía en el baldío que le donó el entonces presidente Perón y donde se construyó más tarde la cancha, en el porteño barrio de Villa Soldati.

El hijo

El barullo político, en el que se involucró a «Borocotó» Juniors el año pasado, no tiene nada que ver con la rica historia profesional de su padre.El recordado periodista uruguayo Diego Lucero se encargaba de diferenciar bien a los «Borocotó», remarcando al padre como «el auténtico» para diferenciarlo, por grandeza y trayectoria, de su descolorido hijo Eduardo, quien hace un año dio una nueva prueba de ello, devaluando un apodo notable del periodismo en un término despectivo dentro de la política.


El Club.....



Uno de los maestros del periodismo deportivo argentino fue sin dudas Osvaldo Ardizzone, quien prestigio y le dio vida a la revista El Gráfico en su época de oro. A continuación Ardizzone define qué significaba el club...
"-El club era el producto del esfuerzo de los vecinos, de los individuos que vivían en ese barrio. Los sueños estaban transferidos y todo el entusiasmo puesto hacia eso, sin ninguna clase de especulación de tipo económico. Eran las camisetas tradicionales, como Boca, River, San Lorenzo, Independiente; que pertenecían uno a Avellaneda, otro a La Boca, otro a Boedo. En general, los clubes nacieron alrededor de un barrio o una parroquia, como en el caso de San Lorenzo, que nace por iniciativa de un cura que se llamaba Lorenzo Mazza, que pertenecía a una congregación católica. Crecen al amparo de un sentimiento, eran pobres, no eran clubes ricos. Se cobraba entrada, sí, porque “había” que cobrar entrada, pero era exigua, y además formaba parte de una distracción de fin de semana... Había sí pasiones encendidas, porque la camiseta tira... pero era un problema romántico más que un problema económico".

martes, 17 de junio de 2008

A ganar!!!

Hola dieguito ya tenes tu sitio para fans de la pelota. Vamos a triunfar y buena vida....!!!!! Diegol