jueves, 19 de junio de 2008

El auténtico

Ricardo Lorenzo, el auténtico Borocotó
Ricardo Lorenzo Borocotó se destacó entre las décadas del ’30 y el ’60 como periodista, escritor y guionista cinematográfico. Dicen que ese seudónimo, «Borocotó», que se transformó más tarde en una marca registrada del periodismo, surgió del golpeteo de los tamboriles. No hay que olvidar que «Borocotó», el auténtico, había nacido en Uruguay y cuando se radicó en Buenos Aires trajo consigo el ritmo melancólico del carnaval montevideano.

«Borocotó», el auténtico, emocionaba con sus notas. Transformaba en héroes a solitarios ciclistas que en medio de caminos de tierra pedaleaban con rumbo a una meta que quién sabe si existía. También fue un maestro de las crónicas costumbristas en las que pintaba el alma del potrero. Hablando de fútbol, «Borocotó», el auténtico, se dio el gusto de bautizar como «La Máquina» al glorioso River Plate de los ’40. Ese que tenía en el ataque nada menos que a Muñoz, Moreno, Labruna, Pedernera y Loustau, que se cansó de ganar campeonatos. Esos relatos apasionados llegaron al cine. Algunos de sus libros fueron adaptados pero también él se encargó de ser guionista de varios éxitos como «Pelota de Trapo».

Sacachispa

Su romanticismo lo llevó a fundar, el 17 de octubre de 1948, al club de sus amores: Sacachispas. El nombre de la institución lo sacó del apodo que tenía un ciclista amigo, mientras que el color que eligió para la camiseta, el lila, fue tomado de una flor silvestre que crecía en el baldío que le donó el entonces presidente Perón y donde se construyó más tarde la cancha, en el porteño barrio de Villa Soldati.

El hijo

El barullo político, en el que se involucró a «Borocotó» Juniors el año pasado, no tiene nada que ver con la rica historia profesional de su padre.El recordado periodista uruguayo Diego Lucero se encargaba de diferenciar bien a los «Borocotó», remarcando al padre como «el auténtico» para diferenciarlo, por grandeza y trayectoria, de su descolorido hijo Eduardo, quien hace un año dio una nueva prueba de ello, devaluando un apodo notable del periodismo en un término despectivo dentro de la política.


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