Ricardo Lorenzo Borocotó se destacó entre las décadas del ’30 y el ’60 como periodista, escritor y guionista cinematográfico. Dicen que ese seudónimo, «Borocotó», que se transformó más tarde en una marca registrada del periodismo, surgió del golpeteo de los tamboriles. No hay que olvidar que «Borocotó», el auténtico, había nacido en Uruguay y cuando se radicó en Buenos Aires trajo consigo el ritmo melancólico del carnaval montevideano.
«Borocotó», el auténtico, emocionaba con sus notas. Transformaba en héroes a solitarios ciclistas que en medio de caminos de tierra pedaleaban con rumbo a una meta que quién sabe si existía. También fue un maestro de las crónicas costumbristas en las que pintaba el alma del potrero. Hablando de fútbol, «Borocotó», el auténtico, se dio el gusto de bautizar como «
Sacachispa
Su romanticismo lo llevó a fundar, el 17 de octubre de 1948, al club de sus amores: Sacachispas. El nombre de la institución lo sacó del apodo que tenía un ciclista amigo, mientras que el color que eligió para la camiseta, el lila, fue tomado de una flor silvestre que crecía en el baldío que le donó el entonces presidente Perón y donde se construyó más tarde la cancha, en el porteño barrio de Villa Soldati.
El hijo
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